El estado de un edificio depende no solamente de factores externos sino internos de la propia comunidad de vecinos. En muchos casos, ante la aparición de grietas no se actúa con la suficiente rapidez e incluso acaban cayéndose trozos de edificio a la vía pública. Muchas veces hasta que no pasa algo grave o ya es demasiado tarde, el ayuntamiento no obliga a la comunidad a realizar las obras pertinentes.

Los profesionales de la restauración y reparación de edificios nos encontramos en muchas ocasiones con situaciones en las que los elementos de peligro están a punto de caer a la calle. Estas calles suelen ser frecuentemente transitadas y una caída de muro u otro elemento de esa altura puede provocar la muerte o lesiones graves irreversibles.

¿Qué puede resultar peligroso en mi edificio?

La mayoría de las grietas y los peligros latentes se concentran en los aleros, los alféizares o los cabezales de las ventanas, elementos que sobresalen por norma general de la propia estructura del edificio. Estos elementos están armados desde el interior mediante ferralla (acero de refuerzo), la cual se oxida y al hacerlo aumenta de tamaño y agrieta el hormigón o mortero. La oxidación de la ferralla se debe a que antiguamente ya se colocaba oxidada y con el paso del tiempo el óxido va avanzando, aunque en otras ocasiones el óxido viene por el agua y la humedad.

A veces los desprendimientos vienen ocasionados por morteros mal aplicados en los que no se han empleado resinas de puentes de unión entre el hormigón y el revestimiento. Esto se ve normalmente en obras nuevas, las cuales a los pocos años de haber sido construidas (incluso sin haber alcanzado la garantía decenal) sufren de desprendimientos que no han sido ocasionados por el óxido.

Este tipo de errores en la construcción se suelen observar en las fajas de los balcones, que se caen por no tener puentes de unión o mallas de fibra para armar y anclar el hormigón. Otras veces la causante ha sido una mala ejecución de la obra en la cual no se ha dejado fraguar el hormigón lo suficiente antes de revestirlo.

Otras zonas de peligros latentes en el edificio

A parte de ventanas y balcones, también encontramos muchos peligros en las tejas sueltas, capotas de remates de zinc colocadas en tejados, plaquetas mal adheridas o pérdida de propiedades del mortero de agarre por el paso del tiempo. Esto, junto a las temperaturas, hace que los elementos se contraigan y dilaten y acaben desprendiéndose.

Asimismo, en las esquinas de los balcones también sufren de esto debido a que en el momento de sustituir las barandillas de hierro antiguas se cortaron las patas a ras de suelo y se plantó la nueva encima, dejando que el trozo interior se siguiera oxidando. Este aumenta de tamaño y agrieta la esquina hasta que cae a la calle, siendo uno de los casos más frecuentes.

El óxido de las agarraderas de las tuberías pluviales o fecales junto con el viento causa también el desprendimiento de las mismas. Al mismo tiempo, las maderas de os aleros sufren de falta de un mantenimiento correcto.

¿Cómo puedo evitarlo?

El proceso de agrietado se da poco a poco, no es de un día para otro. Con la simple observación de nuestro inmueble podemos prevenir muchos de los problemas ocasionados por el deterioro del edificio antes de que sucedan.
La dejadez o falta de responsabilidad de las comunidades hace que se tomen medidas y se realicen reparaciones cuando se haya dado un desprendimiento o cuando el ayuntamiento detecte deficiencias. Este es uno de los motivos por los cuales se ha empezado a aplicar la ITE (Inspección Técnica de Edificios o Edificaciones).

Los viandantes están en riesgo constante de que algo les caiga en la cabeza por la calle y les mate o les deje en muy mal estado. Hay comunidades más preocupadas por reparar la antena de televisión que de su fachada, con el peligro que ello conlleva para la ciudadanía.

 

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